Defensa de las mujeres (Feijoo)
A tanto se ha extendido la opinión común en vilipendio de las mujeres, que apenas admite en ellas cosa buena.
El falso Profeta Mahoma, en aquel mal plantado paraíso, que destinó para sus secuaces, les negó la entrada a las mujeres, limitando su felicidad al deleite de ver desde afuera la gloria, que habían de poseer dentro los hombres.
Frecuentísimamente los más torpes del vulgo representan en aquel sexo una horrible sentina de vicios, como si los hombres fueran los únicos depositarios de las virtudes. Es verdad que hallan a favor de este pensamiento muy fuertes inventivas en infinitos libros.
Pasando de lo moral a lo físico, que es más de nuestro intento, la preferencia del sexo robusto [329] sobre el delicado, se tiene por pleito vencido, en tanto grado, que muchos no dudan en llamar a la hembra animal imperfecto, y aun monstruoso, asegurando que el designio de la naturaleza en la obra de la generación siempre pretende varón; y sólo por error, o defecto, ya de la materia, ya de la facultad, produce hembra.
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